sábado, 18 de diciembre de 2010

9 mitos científicos que la gente se sigue creyendo

Los científicos tienen la fea costumbre de inventarse cosas para que sus teorías tengan sentido, y vendérnoslo como el descubrimiento del siglo. Muchos de estos hechos y afirmaciones terminan negándose con el tiempo al demostrarse que son falsas. Hay unos cuantos mitos y habladurías que siguen circulando por el mundo y que son más falsos que (Spoiler) los Reyes magos. En fin, navidades traumáticas aparte, vamos con estos 9 mitos científicos que nadie se ha molestado en investigar, comprobar o siquiera meditar. Mitos como el de...


9. Gravedad cero

El mito: En el espacio no hay gravedad.

Mentirusco barato. Es cierto que las cosas flotan en el espacio, relativamente, pero decir que no hay gravedad en el espacio es pasarse. Siempre hay gravedad. Las personas mismas tenemos un campo gravitatorio, pero queda anulado debido a la gravedad de la Tierra (salvo el de Falete, claro). En el espacio ocurre lo mismo: Si aparecieses en mitad de la nada más oscura, la gravedad del objeto celeste más cercano te atraería poco a poco hasta que eventualmente llegarías a él. Si no hubiese ningún planeta ni estrella ni nada similar en el espacio salvo tú y otra persona situados a kilómetros de distancia, estuvieseis donde estuvieseis, acabarías encontrándoos. Resulta muy romántico, pero habríais muerto asfixiados al poco tiempo. En fin.

8. La proximidad de la Tierra al Sol marca las estaciones

El mito: Pues eso mismo de arriba.

Pues no. La órbita que describe la Tierra alrededor del Sol es elíptica, por lo que en ocasiones estamos más cerca del Sol que en otras. Pero esto no afecta demasiado a la temperatura. Lo que marca las estaciones es cuán inclinada esté la Tierra para el hemisferio norte. Si está muy inclinada, es verano; si está muy lejos, es invierno.  Y esto, por supuesto, afecta al clima. ¿Cómo es que el ángulo de la Tierra afecta al clima, y no la cercanía al Sol? Pues... eh... hum... ejem... siguiente.

7. Tragarse la lengua

El mito: Cuidado; si te desmayas puedes tragarte la lengua.

Venga, ¿En serio? ¿La lengua? Para nada. Es físicamente imposible tragarte la lengua.
En serio, absolutamente imposible.
En serio. Imposible.
Lo estás intentando, ¿verdad? Si no lo estabas intentando, prueba. Pronto verás que hay un tendón que une la lengua con el suelo de la boca y que impide que ésta retroceda mucho. Por supuesto, si por alguna razón ese tendón se cortase, podrías tragartela, pero ya hacen falta ganas.

6. Crecer más allá de la muerte

El mito: Las uñas y el pelo siguen creciendo después de muerto.

Las uñas crecen por un simple motivo: Si tuviésemos las mismas uñas con las que nacimos, éstas estarían desgastadas, partidas y frágiles. La parte blanca de la uña, la que se corta, fue rosa hace tiempo. Y eventualmente cortarás la que ahora está al principio. El cuerpo tiene unos agentes que se encargan de hacer crecer las uñas, para renovarlas; lo cual debe ser  el peor trabajo del mundo.
Entonces, ¿por qué las uñas de las momias y los cadáveres parecen tan largas? Si alguna vez has ido a un museo egipcio o algún lugar donde haya momias (asilos no cuentan) puede que sus uñas estén más largas de lo que eran al morir, y seguro que algún listillo suelta este mito para hacerse el importante.
Bueno, la verdad es que la realidad supera bastante al mito: Las uñas y el pelo no crecen después de muerto; el cadáver es el que mengua. Paradójico, ¿verdad? Seguro que no te lo esperabas. La única razón por la que las uñas y el pelo parezcan más largas es porque, en fin, el cuerpo es más pequeño debido a la deshidratación. Y como el pelo y las uñas no tienen agua... no encogen.

5. Centimos desde un rascacielos

El mito: Un céntimo arrojado desde un rascacielos puede matar a un peatón.

Bueno, podemos agradecer a los Cazadores de mitos por ésta.
Efectivamente, por alto que sea el rascacielos, el céntimo nunca llegará a ir tan rápido como para matar a nadie, debido a nuestra amiga la resistencia del aire, que lo va frenando durante toda la caída. Aun así, convendría que nadie intentase probarlo, porque nunca se sabe lo que puede pasar. Dejémoslo en la teoría, ¿eh?

4. El pelo crece más fuerte si se afeita

El mito: Si te afeitas, el pelo crecerá más fuerte, rápido y oscuro.

¿Más rápido? Si, hasta cierto punto. Tras la primera vez que alguien se afeita (orgulloso por lo macho que es), el pelo le crece poco después, mientras que antes había estado allí durante más de 10 años. Ese pelo estaba muerto y, al quitarlo, surge el pelo nuevo con rápidez. Pero, ¿más fuerte? No, en absoluto, solo que, al ser nuevo, es menos fino. ¿Más oscuro? Solo porque no ha estado expuesto a la luz solar. En definitiva, no es del todo mentira, pero si lo suficiente.

3. La muralla china se ve desde el espacio

El mito: La muralla china es la única construcción humana que se puede ver desde el espacio

Quedaba muy bien para los chinos decir eso cuando la gente no podía irse al espacio a echar un vistazo. O, mejor aun, cuando podía abrir el Google Earth, dejar de buscar el Área 51 o chicas en topless subidas a azoteas y pasarse un rato por China. En cualquier caso, es mentira: No es la única. Las pirámides de Giza e incluso algunas edificaciones son visibles desde una órbita baja. Depende de lo que se considere como espacio, claro; pero, o te pones muy lejos y no ves nada, o ves la muralla y muchas otras cosas [introducir chiste de gordos]. 

2. 10%

El mito: Los humanos solo utilizamos el 10% de nuestra capacidad cerebral.

¿Un diez por ciento de todo el maldito cerebro? Obviamente, es falso. No creo que haya mucho más que decir: Nadie sabe muy bien quién fue el genio que se inventó este mito, pero desde luego nunca intentó probarlo. Del cerebro, como del cerdo, se aprovecha todo, y utilizamos el 100% de nuestra capacidad cerebral.  Y eso afecta a toda la humanidad, incluyendo a los que parece que no usan ni el uno por ciento. Solo que, claro, para algunos ese 100% es el 10% de otros...

1. Rayos


El mito: Un rayo no cae dos veces en el mismo sitio.

Este mito es tan sumamente absurdo que cuesta que la gente no se dé cuenta de que es falso. Y es que es más que obvio que los rayos sí caen más de una vez en el mismo sitio. El origen de este mito tiene que ver con la falacia lógica llamada paradoja de Hempel, de la que ya hablaremos en otro momento. La cosa es que las probabilidades de que un rayo caiga dos veces en el mismo sitio eran prácticamente nulas... hasta que se inventó el pararrayos, por supuesto. De hecho, el Empire State recibe unos 25 rayos anuales gracias a su enorme pararrayos. Asi que podemos concluir que este mito es mentira cochina.
Por supuesto todavía quedan muchas mentiras y mitos que la gente todavía se cree; pero eso será otro día.

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